FRENTE AL AUGE DEL FASCISMO, HAY UN DESPERTAR DE LA CONCIENCIA GLOBAL Y CRECE LA RESISTENCIA POPULAR

El Mundo en una encrucijada peligrosa

Roberto Servillo
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Es imperioso ganar el 27 de octubre las elecciones nacionales para recuperar el gobierno con el Frente Amplio y ganar el Plebiscito con la Papeleta Blanca por el SI.

También es imperioso desarrollar una campaña a favor de la paz mundial porque no habrá transformaciones estructurales en el Uruguay si el mundo sigue mirando para otro lado, atosigado por las orientaciones mediáticas que muestran una visión alterada de la realidad, cuando la verdad es que estamos caminando por el pretil con riesgo de caer en una guerra mundial de consecuencias insospechadas, con riesgo de conflagración nuclear.

La izquierda latinoamericana en el siglo pasado tenía vinculación y lealtad con la Unión Soviética, no apoyó y hasta en algunos casos estuvo en contra de las revoluciones cubana y sandinista, salvo la izquierda uruguaya que la apoyó diríamos por unanimidad. Revoluciones que se produjeron en un mundo organizado de manera bipolar. Los procesos triunfantes en Cuba y Nicaragua no coincidían con esa lógica, eran movimientos de liberación arraigados en ideas nacionalistas y revolucionarias propias, siguiendo los ejemplos de Martí y de Sandino, bastante desconocidos y alejados de la discusión tradicional de la izquierda de nuestro continente.

La novedad fue que la izquierda latinoamericana tras estas victorias populares en el “patio trasero” del imperio, logradas sin el respaldo de la Unión Soviética, comenzó a tomar conciencia de que se podía avanzar. Ambos procesos cubano y sandinista, significaron fuertes impulsos a la lucha y a la unidad de la izquierda.

Luego de la disolución de la estructura estatal soviética a fines del año 1991 se acaba el mundo bipolar y sucede en América latina una nueva versión del camino al socialismo por la vía electoral como había sucedido en el Chile de Allende, aunque en una nueva versión con un militar a la cabeza, el comandante Hugo Chávez, un líder procedente de las fuerzas armadas del régimen imperante, que salió de él para llevar al pueblo a la victoria, desarrollando el proceso bolivariano.

El imperio llevó adelante la misma receta que con la Unidad Popular de Allende en Chile 1973. Lo sorprendente fue que el abril del 2002 fue diferente al setiembre de 1973. Por primera vez en la historia del continente la alianza del pueblo con los militares respondió a la intentona de la burguesía pro imperialista vende patrias y en menos de 72 horas repusieron al comandante Hugo Chávez en el poder. La mayor reserva de petróleo del mundo, la ponía el Comandante Chávez al servicio de la liberación de los pueblos.

Varios países latinoamericanos viven experiencias de gobiernos progresistas, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua y Uruguay. Ante la crisis mundial de 2008 y de la baja de los precios de las materias primas, el argumento fuerte de los gobiernos progresistas son los logros de la política social: el combate a la pobreza y la mejoría de las condiciones materiales de vida de las clases populares, lo cual pasa sustancialmente por el acceso al consumo de bienes y servicios y una movilidad social ascendente. Los marxistas apoyan al chavismo por ser revolucionario y critican a los demás gobiernos progresistas por ser reformistas, sean socialdemócratas como en el caso de Lula y el petismo o el de nuestro Frente Amplio acá en Uruguay o populistas y nacional-populares como en el caso del kirchnerismo.

También con el rechazo al ALCA en 2005 y el impulso del ALBA TCP se promovieron procesos de integración latinoamericana antimperialista.

La experiencia progresista

En Venezuela Hugo Chávez gobernó desde 1999 hasta su muerte en 2013. Le siguió el electo Nicolás Maduro en 2013 hasta la actualidad. En Uruguay Tabaré Vázquez gana en el 2005, le sigue el gobierno de Mugica en el 2010 y el segundo de Tabaré en el 2015 perdiendo las elecciones en el 2019. 2020 comienza el gobierno de la coalición colorida de Lacalle Pou. En Argentina Néstor Kirchner gana en el 2003 y Cristina en el 2007 gobernando dos mandatos. Macri vence a Scioli en el 2015. Alberto Fernandez gana en el 2019 y Milei vence en el 2023. En Bolivia Evo Morales gana en el 2006 y gobierna hasta 2019 tras el golpe de estado de Jeanine Añez, gana las elecciones Luis Arce en el 2020. En Chile Michelle Bachelet gobierna desde 2006 a 2010 Gana en el 2010 el reaccionario Sebastian Piñera hasta el 2014. Vuelve a gobernar Bachelet en el 2014 al 2018 y le sigue un segundo mandato Sebastian Piñera hasta el triunfo de Gabriel Boric en 2022. En Ecuador Rafael correa gana las elecciones y gobierna en el 2007 hasta el 2009 donde se reforma la Constitución y vuelve a gobernar un segundo mandato desde el 2009 al 2013. Gobierna un tercer período del 2013 al 2017. En 2018 asume Lenin Moreno desvirtuando la administración anterior y abriéndole el camino al reaccionario Guillermo Lasso. En Honduras Xiomara Castro de Zelaya gana las elecciones en el 2022 y también en 2022 Gustavo Petro gana las elecciones en Colombia.

Las insuficiencias progresistas

Las insuficiencias de estas experiencias es la falta de aplicación de los instrumentos de democracia directa, no hay cambios en términos de redistribución de la riqueza, si hay extensión de derechos sociales en particular salud y educación, pero no hubo cambio de modelo de acumulación, no fue afectada la propiedad privada y crecieron exponencialmente las ganancias capitalistas y, por otro lado, a pesar de las promesas, no hubo empoderamiento ciudadano sino mecanismos institucionales para controlar y disciplinar a las organizaciones sociales y civiles.

Uno de los mejores ejemplos es el del análisis de Claudio Katz, economista marxista argentino, que cuestiona el neo-desarrollismo de los gobiernos progresistas, definiéndolo así: “Mayor intervención estatal, políticas económicas heterodoxas, retomar la industrialización, reducir la brecha tecnológica e imitar al sudeste asiático. A diferencia del desarrollismo clásico, promueve alianzas con el agro-negocio, relativiza el deterioro de los términos de intercambio, se aleja del enfoque centroperiferia y prioriza el manejo del tipo de cambio”.

Es de señalar en nuestro caso de 15 años de gobierno frenteamplista como la profundización de las dinámicas de despojo capitalista siguieron adelante como las pasteras y el sistema de las AFAPs. En la región otras experiencias, en particular a nivel territorial con el llamado extractivismo, va de la mano de la perpetuación de la dependencia y del “rentismo”, es decir la persistencia de un patrón primario-exportador que inhibe el desarrollo de dinámicas productivas industriales y el avance tecnológico. Una crítica a los experiencias progresistas ya se anunciaban en un incisivo, libro escrito por Raúl Zibechi y Decio Machado: Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo, Editorial Quimantú, Santiago de Chile, 2016. La experiencia de los llamados gobiernos progresistas en América Latina entró, entre 2013 y 2015, en un pasaje crítico que algunos autores denominaron fin de ciclo.

¿Por qué es necesario que el Frente Amplio vuelva a ganar el 27 de octubre de este año y asegurar el triunfo del Plebiscito de la papeleta blanca por el SI a una jubilación mejor?

Porque es la oportunidad de avanzar que tiene el pueblo y el movimiento popular para forjar la fuerza política y social para las transformaciones estructurales que nuestro Uruguay necesita. Terminar con la desigualdad, que pague más el que tiene más al decir de Tabaré Vázquez que retomaba el pensamiento artiguista de que “los más infelices sean los más privilegiados”.

Reconquistar el gobierno junto al frente Amplio, para llevar adelante el aumento de salarios y jubilaciones, el 6+1 del presupuesto para la educación, declarar Emergencia Nacional a la infancia, la niñez y adolescencia, elaborar un Plan Nacional de Vivienda, profundizar en materia de Verdad y Justicia, etc.

¿Por qué al mismo tiempo es necesario desarrollar una campaña a favor de la paz mundial?

Porque no habrá transformaciones estructurales en el Uruguay si el mundo entra en una guerra a nivel mundial. La realidad nos muestra números que estremecen. Víctimas, desplazados y la destrucción sistemática. La violación flagrante del derecho internacional y los crímenes de guerra.

El capitalismo ha entrado en una crisis final. Desde la construcción de un mundo unipolar después del socialismo de la URSS el capitalismo se desarrolló sin frenos expropiando riquezas de otros países con el argumento de la guerra al terrorismo ý apresurando la ley de concentración y expansión del capital impuso un gobierno global terrorista con su “orden mundial basado en reglas” que está fracasando a partir de la guerra “proxi” con Rusia a través de Ucrania. La ONU está paralizada, el veto se convierte en complicidad. Occidente demuestra su hipocresía cuando maneja dos varas de medir para los derechos humanos.

Hay un despertar de la conciencia global y crece la resistencia popular. Se realizan manifestaciones y boicots alrededor del mundo. La censura coarta la libertad de prensa y hay restricción de la libertad de cátedra en algunos países europeos y en Estados Unidos. Se instala en los medios de comunicación y en las redes sociales el Tabú, temas prohibidos, palabras prohibidas.

¿Y si pudieras ver más allá de la narrativa mediática sesgada? ¿Si pudieras entender las verdaderas razones detrás del conflicto de la OTAN y sus implicaciones globales? No te quedes como testigo silencioso de un crimen contra la humanidad.

Hay que desarrollar la solidaridad con la resistencia palestina y con todos los pueblos en vueltos en conflictos por la avaricia y la explotación capitalista. Al decir del premio Nobel Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

El mundo se encuentra en una encrucijada peligrosa. EEUU y sus aliados han emprendido una aventura militar que amenaza el futuro de la humanidad.

El objetivo final es la conquista del mundo bajo el manto de los “derechos humanos” y la “democracia occidental”. El proyecto hegemónico de EEUU después del 11 de septiembre de 2001 es la “globalización de la guerra”, mediante la cual la maquinaria militar de EEUU y la OTAN –acoplada con operaciones de inteligencia encubiertas, sanciones económicas y el impulso del “cambio de régimen”—se despliega en todas las principales regiones del mundo.

Un salto de peligrosidad ha sido la ofensiva de Kiev en invadir Kursk, en territorio ruso el 6 de agosto pasado teniendo en cuenta la participación de militares de la OTAN en un país potencia nuclear como Rusia.

Solo la paciencia rusa hace que esta “Larga Guerra contra la Humanidad” que se lleva a cabo en el momento álgido de la crisis económica y social más grave de la historia moderna. Está íntimamente relacionado con un proceso de reestructuración financiera global, que ha resultado en el colapso de las economías nacionales y el empobrecimiento de grandes sectores de la población mundial.

Tomar conciencia, organizarse para luchar. Si la guerra se hace incontrolable ya no va a ser como en la primera y segunda guerra mundial que se desarrollaba lejos de nuestras tierras. Es un conflicto global entre los EEUU, su punta de lanza la OTAN y los países aliados occidentales, una minoría mundial con una recesión económica descomunal, pero con un gran poder militar, contra los países de China, Rusia, los países amigos de los BRICS+ y algunos que oscilan en el conflicto y son tironeados por los EEUU, como son el caso de Turquiye y el de India, a través del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, conocido como Quad (EEUU, Australia, la India y Japón).

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