Si queremos comprender a Lenin como organizador, hay que observar cómo edificó, piedra sobre piedra, la organización del partido. Examinemos su labor organizadora en Petersburgo, donde trabajó de 1893 a 1895. Sabemos que iba a enseñar a los círculos obreros. Leía a los obreros El Capital de Marx, explicaba la esencia de su teoría, sabía hacerlo de un modo simple e inteligible, invitando a los obreros a opinar ayudándolos a formular sus pensamientos. Pero además de propagandista, era un propagandista-organizador, que sabía activar a cada miembro del círculo, encomendarle un determinado trabajo. He aquí lo que escribió en sus memorias el camarada Bábushkin, obrero de la fábrica de Semiánnikov, quien frecuentaba el círculo de Ilich:
“Pero estas conferencias al mismo tiempo nos enseñaban a realizar una labor independiente, a conseguir materiales. Recibíamos del conferenciante hojas con cuestiones elaboradas, que exigían de nosotros conocer y observar atentamente la vida fabril. Durante el trabajo en la fábrica, a menudo había que ir a otro taller con diferentes pretextos, mas, en realidad, a reunir los datos necesarios mediante observaciones, y a veces, en la ocasión oportuna, también a conversar. Mi cajón de las herramientas estaba siempre lleno de diferentes géneros de notas, y yo procuraba durante la comida copiar imperceptiblemente la cantidad de días y salarios en nuestro taller. Ilich movilizaba a todo su círculo para reunir datos, y cuando empezaron a salir las hojas escritas sobre la base de los mismos, nos enseñó a difundirlas, a recoger opiniones sobre estas en los amplios sectores obreros.”
La labor de Lenin en los círculos obreros constituía un ejemplo para muchos camaradas. Fue excepcional su trabajo para organizar la labor partidista en Petersburgo, donde no existía hasta entonces ninguna organización socialdemócrata sistemática. Minuciosa e infatigablemente seleccionó a un grupo de correligionarios, examinando a cada hombre. Lenin concedía enorme importancia a la cohesión ideológica. Cuando el grupo maduró lo suficiente, y sus componentes se conocieron unos a otros, Ilich planteó la cuestión de la distribución de las fuerzas. Los hombres fueron distribuidos por distritos. Cada uno estaba adscrito a un distrito determinado –el cual estudiaba– en el que dirigía un círculo. Todas las semanas nos reuníamos y cambiábamos experiencias. Lenin interrogaba a cada uno con pasión, cómo había sostenido la charla con los obreros, qué decían estos, etc.
Ilich estaba muy metido en el trabajo conspirativo y exigía de todos su observancia. Recuerdo cómo nos hablaba de Mijáilov, populista, apodado Dvórnik, cómo éste vigilaba hasta qué punto los afiliados de “La Voluntad del Pueblo” guardaban las reglas de conspiración.
A los miembros de nuestro grupo de Petersburgo, al que Lenin instruía en los diferentes métodos conspirativos (cómo utilizar los patios de tránsito, despistar a los chivatos, etc.), les exigía asimismo renunciar al pasatiempo intelectual acostumbrado en aquel tiempo: visitas, conversaciones no prácticas, “palique”, como entonces decíamos. En cuanto a ello, Ilich tenía determinadas tradiciones revolucionarias. Recuerdo cómo me riñó una vez Lidia Mijáilovna Knipóvich, antigua populista, por haber ido al teatro con un hombre que trabajaba conmigo en un círculo. Ilich regañaba a nuestra gente joven por visitarse. Zinaída Pávlovna Krzhizhanovskaya recuerda que un día, con su amiga Yakubova, fue a ver a Lenin, que vivía cerca, sin tener nada que tratar con él; no lo encontró en su casa. A eso de las doce de la noche, alguien tocó el timbre. Era Ilich, que llegaba de más allá de la Puerta del Neva, cansado, con cierto aspecto de enfermo. Comenzó a preguntar alarmado qué había sucedido, para qué habían ido y, cuando le dijeron que simplemente a dar una vuelta, refunfuñó: “No es muy sensato”, y se marchó. Zinaída Pávlovna cuenta cómo se quedaron turbadas. Y evoca otro caso muy interesante. La organización iba creciendo, había que darle la debida forma. Eligieron un trío dirigente (Lenin, Krzhizhanovski y Starkov), que debía ser el centro literario y de organización y, ante el cual cada distrito debía, un día determinado de cada semana, informar detalladamente de su trabajo. Los distritos debían reunirse no más de una vez al mes. Todos aceptaron esta nueva organización, pero Stepan Ivánovich Rádchenko, gran organizador de los círculos estudiantiles, acostumbrado al sistema de “dirección unipersonal”, no elegido para dicho trío, se agitó y trató de demostrar al auditorio “distrital” que con esa organización los “distritos” eran simplemente ejecutantes, y no camaradas de trabajo, que se dispersarían por completo y se verían privados de la participación en la labor común, la cual se hallaría enteramente en manos del trío, etc., etc. Los “distritos” se inquietaron. Resultó sobre todo ofensivo el paso de “camarada” a “ejecutores”, pues en ello veían un acto de desconfianza. Se acordó protestar al trío. La reunión se celebró en casa de Stepan Ivánovich, y se le leyó la protesta al sorprendido trío. Ilich respondió con un discurso fogoso, en el cual trató de demostrar la imposibilidad, en las condiciones rusas, del “democratismo primitivo”; habló de la necesidad de la organización, de que esa organización era motivada por las necesidades de la causa y, en absoluto, por la desconfianza hacia nadie. Los camaradas se tranquilizaron. Aquella noche, Lenin vino a referirme dicho incidente que lo había emocionado; decía que el malentendido surgido era característico en extremo, y me repitió el ardiente discurso que acababa de pronunciar. Dicho sea, en honor a la verdad, yo no concedí entonces especial importancia a ese incidente; pero se trataba de algo muy típico: en él, como en una gota de agua, se reflejaban las dificultades que surgían en los primeros años en la organización de los organismos dirigentes. En los primeros pasos de la formación de las organizaciones del partido resultaba difícil superar la falta de costumbre de trabajar en una organización bajo una dirección determinada.
En diciembre de 1895 el núcleo rector del grupo, encabezado por Lenin, fue encarcelado. Pero también desde la cárcel Ilich dirigía el movimiento. Al resto del grupo se sumaron nuevos hombres, convirtiéndose en la “Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera”. Según se desarrollaba el movimiento también iban formándose grupos en otras ciudades: Moscú, Kiev, etc.
Desde la cárcel, Ilich empezó a insistir en la convocatoria del Primer Congreso, a escribir un programa popular del partido; hablaba de la enorme significación organizadora que revestía el programa. Este congreso se reunió en 1898, cuando Lenin ya estaba deportado, pero la mayoría de sus delegados fueron detenidos poco después del cónclave. En el congreso no se adoptó ni el programa, ni los estatutos. En el destierro, Lenin empezó a meditar, en todos los aspectos, sobre la enorme labor organizadora que hacía falta para preparar como era debido el congreso del partido.
Encontrándose todavía en Siberia, comenzó a reunir fuerzas para la organización del órgano central en el extranjero, Iskra, en torno al cual proyectó crear el propagandista, agitador y organizador colectivo de la organización del partido. No examinaré en detalle la extraordinaria labor de organización realizada por Lenin para convertir a Iskra en un auténtico centro organizador, pues la misma ha sido suficientemente elucidada en la prensa. Ilich no le temía a la labor más ingrata, modesta. Sin ese trabajo ingrato, cotidiano, invisible, no podía conseguirse nada por aquellos tiempos. Dicha cotidiana e invisible labor se conjugaban con la comprensión meridiana de lo que había que hacer, con la destreza de agrupar alrededor del trabajo fundamental nuevos y nuevos cuadros.
Es del dominio público el papel que desempeñaron en la organización del partido los “agentes” de Iskra. Se conservan cartas escritas por Lenin en aquella época a diferentes camaradas y organizaciones, las cuales demuestran claramente cómo meditaba sobre cada pequeñez organizativa, cómo se desvelaba por preparar una organización que estuviese soldada estrechamente con las masas obreras, que fuese la verdadera dirigente de la clase obrera, su destacamento de vanguardia.
En el folleto ¿Qué hacer?, escrito en 1902, se reflejaron de manera inmejorable los conceptos organizativos de Lenin. Este folleto, que lleva el subtítulo de “Problemas candentes de nuestro movimiento”, aborda las cuestiones de organización no de modo estrecho, sino que concede a todas ellas una enorme amplitud de principio, demuestra cómo todos los eslabones de organización deben estar ligados conjuntamente, cómo debe ser el miembro del partido y cómo debe ser la organización del partido para ser una organización combativa capaz de realizar las colosales tareas que la historia planteaba al movimiento obrero ruso.
El folleto ¿Qué hacer? imprimió un impulso considerable a la comprensión de los problemas de organización.
La dirección del trabajo del comité de organización para la convocatoria del congreso hizo posible, al fin, el Segundo Congreso. No me detendré detalladamente en el Segundo Congreso. Se desarrolló la lucha en torno al primer artículo de los Estatutos del Partido; la importancia de esta batalla ha sido suficientemente elucidada en nuestra prensa.
Cuando en 1904 se declaró ya definitivamente que la línea de los bolcheviques y mencheviques iba divergiendo cada vez más, que los mencheviques no estaban creando, ni mucho menos, el partido que necesitaba el proletariado, Lenin efectuó una intensa labor de organización en la fracción bolchevique. Era indudable que se acercaba la revolución y que era indispensable crear, a toda costa, un grupo dirigente que fuese fiel, sin reservas, a la causa de la clase obrera; enérgico, audaz, ligado estrechamente a las masas. Dicho grupo no se podía crear sin antes hacer una gran labor de organización. Y de nuevo Lenin acomete la ingrata e infatigable tarea de seleccionar a los hombres, cohesionarlos e instruirlos. Otra vez se funda en el extranjero un periódico clandestino –Vperiod (Adelante) — de nuevo se prepara otro congreso, que se reúne en la primavera de 1905, al que se niegan a asistir los mencheviques y el cual examinó el estado de cosas y elaboró una serie de resoluciones importantísimas sobre problemas relativos a lo que era preciso hacer en la próxima revolución. Lenin atribuía enorme significado a los congresos del partido en las nuevas condiciones. Estimaba que el partido debe tener en cuenta todas las condiciones de la lucha, todas las posibilidades, la experiencia de las masas, lo que los inquieta en el momento dado, etc. Lenin consideraba que la clase obrera debe, en función de las circunstancias, ora atacar –además de modo distinto, considerando todas las coyunturas–; ora retroceder por cierto tiempo –“retroceder, para saltar más lejos”, según decía él–. La táctica debe ser muy flexible. De la táctica acertada depende la victoria del proletariado, su capacidad de avanzar…
A juicio de Ilich, los congresos tienen excepcional significado para la elaboración de la táctica. Es importante no simplemente convocar el congreso: es importante convocarlo en el momento necesario, es importante plantear en él aquellos problemas que sean de especial trascendencia resolver en el momento oportuno, es importante preparar la solución acertada de esos problemas.
Todo esto requiere una gran labor de organización. Y para comprender el papel de Lenin como organizador del partido hace falta observar cuándo y por qué cuestiones se convocaba, en vida de Lenin, los congresos y conferencias del partido, advertir el trabajo preparatorio que se hacía. Tomemos el Tercer Congreso del Partido. ¿Se podía aplazar o no? Los mencheviques no se apresuraban por hacerlo. Los bolcheviques, encabezados por Lenin, al percatarse de que se acercaba la revolución, decidieron convocar el congreso a todo trance, modificaron en él los Estatutos del Partido en el espíritu que quería Lenin, convirtiéndolo así en un partido combativo, discutieron cuestiones importantísimas respecto a la actitud hacia el campesinado, cómo incorporar a las masas campesinas a la lucha, examinaron el problema de la insurrección armada.
Si examinamos la actitud de Lenin en el periodo de la revolución de 1905, veremos la inmensa labor instructiva que realizó para preparar la insurrección armada: escribió cartas a la organización de combate, ayudó a conseguir armamento, se entrevistó con Krasin [1] –especialista en los preparativos de la insurrección armada–, con otros responsables militares, con miembros de los destacamentos obreros armados, etc. Luego, cuando se aclaró que la revolución no podía triunfar en la lucha armada, ¡cómo peleó Lenin por la utilización de la tribuna de la Duma, qué lucha ideológica y de organización sostuvo contra los ultimistas [2] y otzovistas! Se equivoca profundamente quien piensa que la lucha fue puramente teórica, fue también de organización: convocatoria de diferentes reuniones y conferencias, selección de los hombres, su instrucción, entrevistas, reuniones con los miembros de la minoría de la Duma, etc. Lenin actuó poco en forma abierta en la revolución de 1905 –pues era imposible por las condiciones policíacas–; sobre todo escribía, pero confiscaban sistemáticamente los periódicos, y muchos de sus artículos se publicaban bajo distintos seudónimos. La actividad organizadora, en realidad, es un trabajo invisible y, por eso, en varias ocasiones nos hemos encontrado con la subestimación de la labor de Ilich en la revolución de 1905. Entre tanto, precisamente, la labor de organización de 1905 pertrechó al partido con la profunda comprensión de toda una serie de tareas, que le resultó tan vital en ese momento y ulteriormente, incluido el periodo de preparación de la Revolución de Octubre.
Los años de la reacción fueron años en que Lenin agudizó, de manera especial, la lucha en el frente ideológico, teniendo en cuenta la importancia que la organización desempeña en la cohesión del partido; al mismo tiempo resumió la experiencia de organización de 1905. Desde el comienzo mismo de la segunda emigración, Ilich efectuó una gran labor para reunir las fuerzas partidistas dispuestas a proseguir la lucha, para formar cuadros obreros con vistas a la nueva revolución (escuela Longjumeau [3]). La conferencia de Praga, que revistió un significado extraordinario, se preparó cuidadosamente durante largo tiempo; la línea de trabajo pensada y discutida de antemano fue aprobada en ella de manera nueva. Después, Lenin se trasladó a Cracovia, donde realizó un enorme trabajo de organización para dirigir directamente la labor rusa en las condiciones del nuevo ascenso revolucionario. Allí se celebraban regularmente reuniones con los activistas rusos y la minoría bolchevique de la Duma.
Luego, los años de la guerra. El trabajo se desplegó en escala internacional, exigiendo de nuevo realizar una inmensa labor de organización para preparar las conferencias de Zimmerwald y Kienthal [4]; la labor rusa se combinaba estrechamente con la lucha internacional del proletariado.
La labor organizadora de Lenin se entrelazaba del modo más estrecho con el estudio de la realidad, con el trabajo de propaganda y agitación; pero, precisamente, esa coordinación infundía a la labor organizadora de Lenin una fuerza singular, la hacía especialmente eficaz. Nuestro partido llegó a la insurrección de Octubre con una experiencia enorme de organización, la cual le dio la posibilidad de conducir a la clase obrera a la victoria. El papel de Lenin en la obra de acumulación de dicha experiencia y de su análisis es muy grande.
(1932)
Notas
[1] Krasin, L. B. (1870–1926). Destacado dirigente del Partido Comunista, diplomático soviético.
[2] Los ultimistas eran una variedad de otzovistas.
[3] La Escuela de Longjumeau, en las cercanías de París, fue organizada por el centro bolchevique en el verano de 1911 para los obreros que llegaban de Rusia. Lenin dio en ella varias conferencias sobre Economía Política, la cuestión agraria y la teoría y la práctica del socialismo.
[4] Conferencias de Zimmerwald y Kienthal. Conferencias socialistas internacionales celebradas en las ciudades de Zimmerwald y Kienthal (Suiza) en 1915 y 1916. Estas conferencias contribuyeron a la cohesión, sobre la base del marxismo-leninismo, de los socialdemócratas de izquierda europeo-occidentales.
Artículo tomado de La Bengala