En un mundo donde la historia de muchos pueblos es desconocida o malinterpretada, donde no conocemos las penas y glorias de todos y cada uno de ellos, es fundamental comenzar a reconocer y valorar las contribuciones y la existencia de todos.
Es un tiempo donde parece que hasta nuestra propia historia y la lucha por la soberanía y la autodeterminación a manos de nuestros valientes antepasados, dejaron de resonar en nuestros corazones y en nuestra memoria. Son tiempos turbulentos, pero no es momento de olvidar, ni de callar, y menos de pasividad.
Cada pueblo posee sus propias costumbres y un recorrido único en su desarrollo como civilización, lo cual no los hace ni más ni menos valiosos.
La prevalencia del registro de los pueblos, independientemente de que muchos se han extinguido, se debe a la inclemencia del tiempo y a la capacidad de aniquilación de unos contra otros, bajo el potente motor de la historia que es desde su origen la lucha de clases.
El caso del pueblo palestino es particularmente relevante. Hoy, en estos momentos, mientras lees estas líneas, a manos del ente ocupante autodenominado “Israel” y sus padres occidentales; niños, niñas mujeres y hombres reales, de carne y hueso; están siendo acribillados a sangre fría, aunque las formas de tortura son increíblemente creativas, espeluznantemente innovadoras. Y a pesar de presenciar el primer genocidio en vivo y en directo màs documentado de la historia; están quienes son presa de la indiferencia o una perversa ideologización.
Por esta causa, y desde mi lugar como estudiante de antropología, dedicaré la siguiente contribución a florecer la memoria y los invito a que analicemos y exploremos conjuntamente este pogromo.
Para comprender la situación palestina, es crucial distinguir entre los términos “pueblo” o “grupo étnico”, “Estado nacional” y “comunidad religiosa” porque cada uno de estos conceptos tiene implicaciones diferentes para la identidad, la soberanía, los derechos territoriales, narrativas históricas y con cara de las más terribles formas, las justificaciones políticas y religiosas.
Para apreciar la riqueza de la multiculturalidad, es esencial no solo conocer, sino también reconocer y valorar los elementos étnicos que forman parte de cada nación.
En el caso del pueblo palestino, esta tarea adquiere una importancia especial, como grupo nacional único, ya que es vital para salvaguardar su identidad cultural y su riquisima historia.
La cultura palestina está profundamente arraigada en tradiciones vibrantes, música evocadora, danza exultante con zapateos y saltos que son un deleite para quienes lo bailan, y un júbilo para quienes disfrutamos del espectáculo.
“Las letras de las canciones folclóricas que acompañan la danza están escritas en dialectos locales y expresan emociones relacionadas con la ocasión, como valentía, fuerza y amor”. (Dabkeh, danza tradicional en Palestina, unesco.org)
Y qué decir de la gastronomía, es verdaderamente fascinante, estimulante, transmitidas sus recetas durante siglos. Desde los 5 mil años de historia de la ciudad filistea de Jericó hasta los 1300 de la Mezquita palestina de Al-Aqsa, es tan rica y tan variada su milenaria cultura, que podría dedicar un período más extenso que mi propia existencia hablando de ello. En tanto apreciar y apoyar este reconocimiento cultural no es solo un acto de respeto, sino una forma de resistir a los intentos de borrar su etnicidad y evitar la asimilación forzada.
De igual manera es destacable el reconocimiento político del pueblo palestino, que incluye su derecho a un Estado nación propio. Lo hemos escuchado ciento de veces, en las canciones,en libros, grafitis, pancartas y gritos en las marchas, hasta en las resoluciones de la ONU. Pero ¿De qué se trata en verdad? ¿Qué es un Estado Nación?
Este reconocimiento político no solo valida su existencia y derechos, sino que también es crucial para la preservación de su soberanía y ser justos con la historia. Ser consciente de que los palestinos están profundamente entrelazados con su tierra es fundamental para entender su lucha.
Palestina no es simplemente un territorio; es parte ininterrumpida ontológicamente de su pueblo. La autodeterminación palestina no es un capricho, sino un derecho que les pertenece de forma intrínseca, como la Tierra pertenece a ellos. Quienes han intentado colonizar Palestina no son un grupo ni ético ni nacional, son simplemente una serie de colonos provenientes de Europa.
El proyecto sionista en Palestina, desde su inicio estuvo acompañado de un proceso separatista de expulsión, de desplazamiento forzoso, variados genocidios contra los palestinos, que son nativos hasta la actualidad. Mi abuelo que aún vive, comenzaría la Universidad en esos tiempos, nos pertenece a todos solo por contemporaneidad.
Estos europeos han usurpado el nombre de la completamente respetable comunidad religiosa judía. Esto lo hacen para justificar la presunta legitimidad sobre todas estas repugnantes acciones, teniendo en cuenta además, que en efecto, los vigilantes de la ley religiosa judía en el Estado colonial son hoy el 13% de esa población.
La práctica religiosa no nos hace dueños de una u otra tierra. En cuanto al “Estado Nación”, escuchamos como un mantra de manual decir que las tierras de la Palestina ocupada son el “hogar nacional judio”, cuando en realidad la enunciación solo de esa frase es por todos lados contradictoria. No puede existir un hogar nacional de una religión, ni puede ser un Estado nacional judío, porque la mayor parte de la sociedad israeli no practica vehementemente esa religión y además al ser colonos no pueden auto erigirse en un Estado nacional.
Desde el punto de vista de grupo étnico, religioso y Estado nacional, no les corresponde a esos colonos esa parte de la tierra, pero sí le corresponde a los palestinos tanto por razones étnicas y nacionales, la tierra y esa soberanía total.
¿Es imposible pensar en dos Estados? (Israel-Palestino). Si, es irreal y absurdo. El israelí siempre será ilegitimo e ilegal, así exista otro Estado palestino. Si milenariamente convivieron judíos, cristianos y musulmanes juntos en estas tierras, siendo judios-palestinos,musulmanes-palestinos y cristianos-palestinos, perfectamente hoy podrán convivir siendo lo que siempre fueron y serán, palestinos en Palestina.