El día que podría quebrarse el orden mundial

Si Estados Unidos atacara y Venezuela resistiera victoriosamente

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Al estudiar los conflictos y el reparto del poder en el mundo, los analistas suelen evitar entrar en escenarios hipotéticos. Sin embargo, ciertos escenarios obligan a detenerse, porque sus consecuencias serían tan profundas que ignorarlos sería un error analítico. Uno de ellos es éste; ¿Qué ocurriría si Estados Unidos lanzara una intervención militar directa contra Venezuela y Caracas lograra resistir y vencer estratégicamente?

La pregunta puede parecer excesiva ya que Estados Unidos sigue siendo una de las mayores potencias militares del planeta, y además porque Venezuela no es un actor bélico tradicional. Pero la historia demuestra que los conflictos no los ganan necesariamente quienes poseen más portaaviones, sino quienes tienen  claridad estratégica, terreno favorable, apoyo externo, capacidad política, Moral y popular para sostener la resistencia. Vietnam en 1975 y Afganistán en 2021 son testimonios traumáticos para Washington.

Este artículo no es un ejercicio de fantasía política es un análisis geoestratégico serio sobre las implicaciones de un desenlace que, de producirse, reconfiguraría el balance de poder global y precipitaría el fin del viejo orden unipolar nacido tras la Guerra Fría.

¿Es posible una victoria venezolana?

Antes de imaginar las consecuencias geopolíticas, conviene precisar qué significa “victoria”.

Una victoria venezolana no implicaría derrotar militarmente a Estados Unidos en términos convencionales tarea imposible para cualquier nación del hemisferio, sino impedir que Washington alcance sus objetivos políticos y estratégicos, obligándolo a retirarse, negociar o asumir un fracaso operacional. Esta es la definición moderna de “victoria asimétrica”.

¿Podría ocurrir?

Capacidades asimétricas

Venezuela lleva dos décadas desarrollando un sistema de defensa concebido precisamente para disuadir un ataque superior, defensa antiaérea escalonada, radares de largo alcance, misiles tierra-aire suministrados o mantenidos con apoyo ruso, guerra electrónica emergente, drónes tácticos y milicias territoriales. Ninguno de estos elementos implica superioridad militar, pero sí incremento de costos para un agresor.

Terreno político y social

Venezuela cuenta con una estructura institucional consolidada y un amplio arraigo de la narrativa soberanista en distintos sectores de la sociedad. Ante una agresión externa, es probable que actores políticos y sociales incluidos sectores que habitualmente discrepan entre sí se alineen en defensa del país. En un escenario de amenaza, el nivel de cohesión interna podría ser significativamente mayor al observado en tiempos de normalidad política.

Apoyo externo

El punto clave es que Rusia y China, en el marco de sus relaciones de cooperación y amistad con Venezuela, interpretarían una intervención estadounidense como una amenaza directa a la estabilidad regional y a la construcción de un orden multipolar basado en el respeto mutuo. Ambos países, que mantienen vínculos energéticos, tecnológicos y estratégicos con Caracas, verían necesario respaldar a un socio con el que comparten principios de soberanía y no injerencia, fortaleciendo así la solidaridad política entre los proyectos emergentes del Sur Global.

La pérdida total de credibilidad militar de Estados Unidos

Si Washington iniciara una campaña militar y no lograra derrocar al Gobierno venezolano, las repercusiones serían sísmicas. La credibilidad militar estadounidense, ya erosionada por décadas de guerras interminables, sufriría un golpe estructural.

Síndrome de superpotencia vulnerable

El mito de la invencibilidad estadounidense es un activo estratégico. Si un país del Sur Global resiste y derrota políticamente un ataque directo, la señal es devastadora la superpotencia no garantiza resultados.

Ese mensaje se amplificaría en Medio Oriente, África y Asia. Regímenes aliados a estados unidos reconsiderarían su dependencia, movimientos insurgentes verían un precedente inspirador; países sancionados Irán, Siria, Corea del Norte interpretarían la derrota como una ventana de oportunidad para renegociar en mejores términos.

La caída final del “orden liberal internacional”

Desde hace dos décadas, analistas describen el declive del orden unipolar. Sin embargo, ese declive ha sido lento, casi burocrático. Un fracaso militar en Venezuela sería distinto, rápido, visible, simbólico.
Sería, en términos históricos, el equivalente a Suez en 1956 para el Imperio Británico, el día en que el mundo se dio cuenta de que ya no mandaba.

El salto cualitativo del bloque multipolar

La multipolaridad ya no es una hipótesis es una realidad estructural impulsada por China, reforzada por Rusia y acompañada por actores medios como India, Turquía, Irán y Brasil.
Pero una derrota estadounidense en Venezuela aceleraría el proceso como un catalizador geopolítico.

Rusia y China capitalizan el vacío

Moscú y Pekín no solo reforzarían su presencia en América Latina la legitimidad simbólica de su modelo de alianzas basado en soberanía, no intervención y cooperación energética se dispararía.
La victoria venezolana sería presentada en sus medios como la prueba definitiva de que el Sur Global puede resistir la coerción occidental.

El eje latinoamericano renace

Brasil y México, pese a sus diferencias, coinciden en un principio, la región debe ser autónoma y rechaza intervenciones.
Una agresión estadounidense generaría una ola de solidaridad regional, y una victoria venezolana los obligaría a posicionarse con mayor firmeza.

El resultado probable:

Venezuela como símbolo mundial antiimperialista

Las victorias simbólicas reordenan el imaginario político global. La Revolución Cubana lo hizo en 1959, Vietnam, en 1975.
Una resistencia victoriosa de Venezuela sería el primer triunfo antiimperialista del siglo XXI frente a la mayor potencia militar del planeta.

Se convertiría en:

No se trata de propaganda, se trata del peso real que adquiere un país cuando derrota políticamente a un imperio.

¿Se consolidaría y expandiría la economía venezolana?

Aquí es obligatorio ser riguroso.

Una victoria abriría oportunidades económicas enormes para Venezuela, pero no resolvería de inmediato los problemas estructurales producto del bloqueo económico.

Lo que sí cambiaría:

Lo que no cambiaría automáticamente:

• La modernización y fortalecimiento de PDVSA.
• El impulso a un aparato industrial más diversificado y competitivo.
• La estabilización macroeconómica y el perfeccionamiento de los mecanismos de gestión económica.
• La reducción gradual de la dependencia de importaciones mediante mayor producción nacional.

En otras palabras, una victoria abriría puertas, pero el desarrollo requiere mucho trabajo y tiempo. No hay atajos.

Consecuencias internas en Estados Unidos, una crisis política de alto calibre

Washington no es ajeno a las derrotas. Pero una derrota en América Latina su “patio trasero” histórico sería un trauma político comparable al colapso del ejército francés en Dien Bien Phu.

Golpearía tres pilares de su política interna:

1. La legitimidad del establishment militar

El Pentágono, que consume casi un billón de dólares al año, tendría que explicar cómo fracasó contra un país mediano del continente. Investigaciones parlamentarias, renuncias y fracturas internas serían probables.

2. La polarización doméstica

El conflicto sería instrumentalizado por republicanos y demócratas para culparse mutuamente. En un país ya desgarrado, esto podría provocar un ciclo de inestabilidad política mayo al actual y pérdida de confianza en las instituciones.

3. El cuestionamiento del liderazgo global

Las bases sociales que apoyan el intervencionismo se sentirían traicionadas, las que lo rechazan, empoderadas. El efecto final sería el repliegue interno y un giro más marcado hacia posturas aislacionistas.

¿El fin total del viejo orden mundial? No exactamente… pero sí su colapso práctico**

Un solo evento no destruye un sistema internacional, pero puede ser la gota que desborda un vaso ya lleno.

El viejo orden, basado en la hegemonía estadounidense, el dólar como arma política y la proyección militar ilimitada, ya muestra signos de fatiga.
Una derrota en Venezuela no enterraría el orden unipolar de inmediato, pero lo convertiría en un cadáver geopolítico en vida.

El mundo seguiría siendo interdependiente, pero la autoridad política de Estados Unidos quedaría herida de muerte.

La victoria venezolana como punto de inflexión histórico

Si Estados Unidos atacara Venezuela y fracasara, el mundo no sería el mismo.
No porque Venezuela se transformara en una superpotencia ese no es el punto, sino porque una nación del Sur demostraría que el poder imperial, por gigantesco que sea, tiene límites.

El impacto sería múltiple:

Pero, sobre todo, cambiaría algo más profundo, la percepción global de dónde reside realmente el poder.
Y en geopolítica, a veces, cambiar la percepción es más transformador que ganar una guerra.

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