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El imperialismo yanqui viene desarrollando, de forma planificada, un brutal ajuste estructural contra el mundo. Tras el retroceso del “socialismo real”, luego del desmantelamiento de la URSS, se pone nuevamente en cuestión su hegemonía. Con avances y retrocesos, con perspectivas plurales, progresistas o revolucionarias, se abre paso de forma decidida la multipolaridad: un camino de pueblos y gobiernos para defender su soberanía y luchar por su segunda independencia.
Estados Unidos intenta, con todo su poderío, frenar estos procesos: bombardeos en Irak, Yemen, Libia y Siria; el brutal genocidio al pueblo palestino; la guerra en Ucrania como chivo expiatorio para enfrentar a Rusia; el intento de golpe de Estado en Venezuela, junto con las sanciones económicas; el bloqueo a Cuba; el hostigamiento permanente a Nicaragua y a todos los países que luchan por liberarse del yugo imperialista; el reciente fraude electoral en Ecuador —donde incluso la OEA reconoció irregularidades—; la injerencia del FMI en la región para endeudar y condicionar la soberanía de los pueblos mediante gobiernos genuflexos; la suba de aranceles al comercio exterior, entre otros. Todo esto son síntomas de un sistema en agonía, que lucha por no morir.
Por otro lado, están los BRICS: una alianza económica, política y social basada en la complementariedad productiva y los derechos humanos internacionales, que se contrapone al relacionamiento coercitivo, carroñero y patológico que impone el gobierno de los Estados Unidos para sostener su dominio global. Los BRICS cuentan con diez países miembros plenos y once socios, representando en conjunto más de la mitad de la población mundial y el 40% del PBI.
La tesis de Fukuyama, que sostenía que el capitalismo es el último estadio de la historia de la humanidad, fue superada por la vida misma, el capitalismo no es bueno ni humano, es capitalismo y en sus entrañas trae la guerra, la explotación y la muerte. Esta contradicción está recomponiendo en la subjetividad de las masas, la idea superadora del socialismo.
Parte de las clases dominantes abandonan la democracia tutelada que ellos mismos crearon para adherir al fascismo. El pacto social y la conciliación de clases consolidado en los 90s, la unidad de la burguesía, la defensa a ultranza de la institucionalidad, dentro del encuadre que impone el capital financiero internacional, termina siendo hoy funcional al ajuste del imperialismo.
En Uruguay, el ajuste del imperialismo tuvo como ejecutor al gobierno de Lacalle Pou, representante probado de la oligarquía. Durante los cinco años de gobierno de la coalición multicolor, Uruguay experimentó un aumento significativo de la pobreza y la desigualdad, a pesar de registrar un crecimiento económico cercano al 7%. Este crecimiento no se tradujo en mejoras para la mayoría de la población, especialmente en hogares con niños, niñas y adolescentes. El desmantelamiento del MIDES y la implementación de políticas que favorecieron al capital contribuyeron a este deterioro social. Además, el período estuvo marcado por escándalos de corrupción y una gestión que priorizó los intereses de la oligarquía sobre las necesidades del pueblo.
El Frente Amplio, con Yamandú Orsi como candidato, logró retornar al gobierno siendo la expresión de cambio y cercanía con el pueblo, con la experiencia de la gestión frenteamplista de 15 años. Estas elecciones se desarrollaron en un contexto particular, ya que coincidieron con un plebiscito sobre la reforma de la seguridad social impulsado por el PIT-CNT y respaldado por sectores del Frente Amplio. La propuesta buscaba eliminar las AFAP, establecer la edad de retiro en 60 años y equiparar la jubilación mínima al salario mínimo nacional.
¿Qué nos dejó el plebiscito?
La lucha de la clase obrera y el pueblo por el plebiscito en defensa de la seguridad social generó mejores condiciones para que el Frente Amplio reconquistara el gobierno. La unidad del movimiento sindical, la Intersocial y parte del Frente Amplio movilizó a decenas de miles de militantes en todo el territorio, articulando la militancia social con la política. Ese movimiento generó la sinergia necesaria no solo para alcanzar el millón de votos, sino también para fortalecer el camino hacia un nuevo gobierno del FA.
Los sectores vacilantes del Frente Amplio contribuyeron a la derrota del plebiscito. Sin embargo, a pesar de las contradicciones en el campo popular, el millón de votos dejó herido de muerte al modelo lucrativo de seguridad social: las AFAPs ya no podrán sostener el sistema como antes, ni en lo relativo a la edad de retiro ni a las jubilaciones mínimas.
Partimos de la base de que la Intersocial es el interlocutor válido del millón de voluntades que se expresaron en las urnas. La profundidad de los cambios en materia de seguridad social dependerá de la capacidad de los dirigentes y del grado de convocatoria de las masas para seguir construyendo una síntesis programática que organice la lucha con amplitud y profundidad.
Congreso del PIT-CNT
Se viene el Congreso del PIT-CNT. Necesitamos al movimiento obrero unido y a la ofensiva política, en el marco de una propuesta programática sobre el modelo de desarrollo productivo que ponga al frente de la lucha a los trabajadores organizados.
Entendiendo que hoy gobierna una fuerza política con contradicciones en torno a la política macroeconómica —la tan mentada desindexación de los salarios, el viejo dilema del crecimiento y el derrame, o el maquillaje del modelo parasitario de plaza financiera y de servicios, hoy consolidado con el narcotráfico, asentado en el capital financiero internacional—, debemos preguntarnos: ¿el Uruguay productivo es UPM? ¿Es el monocultivo de eucaliptus? ¿Es la soja? ¿Es el narcotráfico? ¿Es el proyecto Neptuno?… ¿O seguimos luchando por un modelo que contemple de verdad la justicia social, la participación del pueblo y las transformaciones estructurales que el Uruguay necesita?
En ese sentido, el fortalecimiento de las empresas públicas, la reforma agraria, la soberanía alimentaria, un fuerte impulso a la construcción de obras públicas, el 6+1 del presupuesto para la educación e investigación, etc., deben ser ejes centrales.
Solo con lucha, e iniciativa política, podremos avanzar hacia la pública felicidad. La independencia de clases es con respecto al imperialismo. Nuestro anhelo como trabajadores es cambiar las estructuras dominantes, todo lo que vaya en ese sentido como clase hay que apoyarlo, todo lo que vaya en contra hay que instalarle la lucha. El gobierno, en el marco del capitalismo, no es un fin en si mismo, es un instrumento más de los trabajadores para transformar la realidad. Solo el oportunismo o el infantilismo no lo entiende.
Por otro lado
El 11 de mayo vamos hacia una nueva instancia electoral, con la posibilidad real de que el Frente Amplio conquiste varias Intendencias en el interior del país. Congreso del Pueblo se presentará con la lista 1205: en Montevideo respaldando a Verónica Piñeiro, en Canelones a Francisco Legnani y en San José a María Noel Battaglino.
Listas encabezadas por compañeras surgidas del movimiento sindical, que tienen claro que es necesario fortalecer el segundo y tercer nivel de gobierno. Debemos hacer uso de todas las potestades que tienen las Intendencias, los Municipios y los Centros Comunales Zonales para desarrollar políticas que fomenten la participación de la comunidad y mejoren el sistema de recolección de residuos, la movilidad, la vivienda, la salud, la cultura, la recreación y el deporte, las plazas públicas, los emprendimientos familiares, el cooperativismo, etc., promoviendo los valores de unidad, solidaridad y lucha, de salidas colectivas.