UN GOLPE ESTRATÉGICO CONTRA LAS INVESTIGACIONES RUSAS SOBRE LOS LABORATORIOS UCRANIANOS

El asesinato de Ígor Kiríllov

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El general Ígor Kiríllov, jefe de las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas rusas, falleció en un atentado en Moscú el pasado 17 de diciembre. Su muerte no solo representa un duro golpe al liderazgo militar ruso, sino también un intento por silenciar las investigaciones clave que lideraba sobre armas biológicas y operaciones encubiertas financiadas por potencias occidentales.

Una figura incómoda para Occidente

Kiríllov, descrito como uno de los militares rusos más odiados por Occidente, dedicó su carrera a exponer lo que consideraba crímenes de las potencias anglosajonas. En 2022, durante la operación militar rusa en Ucrania, presentó pruebas documentadas que vinculaban al Pentágono y a la CIA con la financiación de laboratorios biológicos en territorio ucraniano. Estos laboratorios, ubicados en ciudades como Kiev, Odesa y Járkov, habrían desarrollado componentes de armas biológicas bajo acuerdos entre el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el Ministerio de Salud ucraniano desde 2015. La existencia de estas instalaciones fue confirmada por figuras como Victoria Nuland, quien expresó su preocupación por el posible control ruso de las mismas.

Además, Kiríllov reveló inconsistencias en las acusaciones de ataques químicos atribuidos al gobierno sirio de Bashar al-Asad, argumentando que estos incidentes eran montajes destinados a justificar las intervenciones militares occidentales. También desmintió las acusaciones sobre el uso del agente nervioso Novichok en el envenenamiento del exespía Serguéi Skripal, señalando que la fórmula del compuesto había sido publicada años antes del incidente.

El atentado en Moscú

El atentado que acabó con la vida de Kiríllov y su asistente ocurrió en el distrito de Prospect Rjazanskij, donde una motocicleta cargada con explosivos detonó cerca de su residencia. Las autoridades rusas atribuyeron el ataque al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), respaldado por el MI6 británico. Según las investigaciones iniciales, el SBU habría emitido una orden de procesamiento contra Kiríllov apenas 24 horas antes del atentado, acusándolo de crímenes relacionados con el uso de armas químicas.

Implicaciones geopolíticas

La muerte de Kiríllov detiene bruscamente sus investigaciones sobre el desarrollo de armas biológicas en Ucrania, que implicaban a figuras como Hunter Biden, George Soros y fundaciones vinculadas a los Rockefeller y Clinton. Estas entidades habrían financiado actividades biológicas con fines militares, disfrazadas como investigaciones sanitarias. Kiríllov planeaba presentar estas pruebas en foros internacionales, una labor que ahora queda interrumpida.

Además, este atentado refleja un patrón recurrente de agresión encubierta atribuido a los servicios de inteligencia occidentales, incluyendo asesinatos selectivos y campañas de desinformación. Casos previos, como los asesinatos de Darya Dugina y Vladlen Tatarsky, muestran similitudes con el método empleado contra Kiríllov.

Una campaña mediática y política

Tras el asesinato, medios occidentales como la BBC y Deutsche Welle difundieron narrativas que calificaban a Kiríllov como un “criminal de guerra” y un “carnicero”, sin aportar pruebas concretas. Estas acciones forman parte de una estrategia de desinformación coordinada para desacreditar su figura y minimizar el impacto de sus denuncias.

Consecuencias del atentado

El asesinato de Ígor Kiríllov no solo elimina a una figura clave dentro del aparato militar ruso, sino que también intensifica las tensiones geopolíticas en un momento crítico del conflicto en Ucrania. La respuesta de Rusia podría desencadenar una escalada mayor, complicando cualquier intento de resolución diplomática. Al mismo tiempo, este caso subraya la importancia de investigaciones independientes que revelen los intereses detrás de este tipo de operaciones encubiertas.

En un contexto donde las fronteras entre la ética, el derecho internacional y la política se difuminan, el asesinato de Kiríllov constituye un recordatorio de lo que es capaz el imperialismo por preservar su decadente hegemonía.

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